25/8/07

Ella... y nosotros

Sí, es cierto, todas esas fotos, excepto los cuadros, son mías, soy yo, y mientras las toqueteo y juego con ellas, me imagino qué haría con esos pezoncitos si en lugar de míos fueran de otra mujer.

Los hombres me gustan y me gustan sus cuerpos, su mente, su sentido del humor, la persona como un todo. Pero las mujeres, para mí, son aún una fantasía.

La última vez que fui a nadar a una piscina cubierta me encontré a una chica en los vestuarios, de largos cabellos morenos y una dulce sonrisa. Había chocado varias veces en la piscina con ella y un rato más tarde, cuando me iba, la encontré completamente desnuda, mirándome, con su vello púbico ensortijado y oscuro y una mirada dulce e inocente que prometía igualmente oscuros deseos. En ese momento sentí verguenza, soy tímida a veces, tenía pareja, era feliz.

Si la situación se repitiera ahora quizá la hubiera invitado a tomar algo, quizá hubiera quedado con ella otro día en la piscina, quizá la hubiera besado apasionadamente allí mismo, recorriendo con mi dedo índice sus suaves curvas, deseando enterrarlo entre aquel montoncito de vello negro y rizado, descubrir la humedad que escondía, el deseo controlado por momentos.

Ese día me miraba y no sé si me miraba con deseo, yo diría que sí porque encendió el mío y no me atreví a ir más allá. Quizá me hubiera duchado con ella. Ese día fui sola, no me esperaban fuera. La hubiera besado explorando con mi lengua el interior de su boca, jugando con su lengua, enjabonando aquel bonito y casi infantil, sin apenas curvas, cuerpo esbelto. Aquellos pechos de duros pezoncitos de color chocolate que ahora desearía mordisquear. Y con mis manos a falta de esponja iría recorriendo su anatomía centímetro a centímetro, gozándola, deseándola, poseyéndola.

Yendo aún más allá con mi imaginación, ahora, desnuda en mi habitación, escribiendo estas líneas... quizá la hubiera invitado a casa para compartir con mi novio como una pequeña y jugosa presa. Me hubiese deleitado viéndola gozar con aquel hombre del que yo siempre disfrutaba en exclusividad, de aquel macho potente que me hacía gozar como loca. La disfrutaría y me excitaría como me excito ahora retorciendo mis duros pezones y contemplando su rostro, mezcla del dolor y el placer, al sentir cómo retorcían los suyos, como una hábil lengua recorría su cuerpo mientras yo enterraba la mía entre sus piernas, luchando salvajemente por internarme en aquella oscura selva.

Desearía haber visto a aquel hombre, mi hombre, poseyéndola, penetrándola con aquel miembro que a mí me provocaba el delirio, viéndola a ella con las piernas completamente abiertas y completamente entregada mientras me besaba a mí con pasión y viendo cómo bruscamente le daba la vuelta para follarla como una perrita mientras yo me ponía rápidamente delante de ella para que me comiera mi coñito rasurado casi por completo.

Aquella boca se me antoja, a mi imaginación, de delirio. Tanto que deseo ocupar su lugar para que me follen a mí, deseo entregar a ese hombre todo mi cuerpo y todos mis encantos. Me siento sobre él hasta que mi coñito ha devorado completamente su pene y mientras salto sobre él, la preciosa niña morena lame todo mi cuerpo, juega con su dedito haciendo circulitos alrededor de mi ano, preparándome para el delirio, para la gran cabalgada de esa noche en la que ambas disfrutaríamos.

Ella besa como los ángeles, sus labios suaves apenas me rozan y entonces su lengua avanza deprisa, sorteando obstáculos y explorando toda mi boca.

El dolor me invade pero no quiero parar, quiero sentir, disfrutar, gozar, suspirar, sudar y sentirme inundada de placer.

Caigo rendida pero nuestra dulce amiga no ha terminado aún, viene dócil pero expectante, ella quiere más, ella quiere recibir lo mismo que yo. Ella quiere gozar del delirio, quiere que la llame puta como minutos antes me llamaba a mí, quiere ser sodomizada a pesar de que su estrecho culito es virgen de verdad.

Cuando ella casi va a terminar me mira a los ojos, viene dócil junto a mí, se frota con mi pierna y se da por satisfecha tras terminar, en plena apoteosis de gemidos, besando mi boca.

Todo esto está en mi imaginación.

Me pregunto si algún día se hará realidad... o quizá sea preferible dejarlo en fantasía...
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