7/12/07

A través del espejo...

Ella...

Tras un largo e intenso mes en el que Alicia me tenía casi exclavizada para su placer y yo me dejaba exclavizar sin poner objección alguna, un día, sus habituales mensajes en mi teléfono móvil se transformaron en una llamada.

Me sorprendió y casi incluso me alarmó pero al contestar, su dulce voz que no era aguda y femenina sino más bien grave me preguntó con el tono interrogativo de quién ya ha decidido lo que quiere hacer:

- Querida, ¿no te gustaría salir juntas a tomar una copa? Llevamos todo el mes retozando en casa y empiezan a salirnos manchas de moho.

Mi sorpresa fue mayúscula y me quedé sin habla. Me dió terror imaginarme la escena, imaginarnos besándonos en un bar de copas atestado de gente, un jueves por la noche. Encontrarme algún conocido o conocida, parece que salen de debajo de las piedras cuando quieres pasar desapercibid@.

- Te ocurre algo, tesoro?
- Ufff, no sé Alicia, no me esperaba esto, no sé cómo reaccionar. No te ofendas pero... ¿dónde iríamos? No me apetece que me vea nadie conocido besando a otra mujer. No me siento preparada para ello.

- Tranquila, a mí tampoco me conviene pero hay un pub de unos amigos, una fiesta semiprivada, muchos hombres... ¿no te gustaría compartir un hombre? ¿no los echas de menos?

Por mi mente pasó de todo, sí, los echaba de menos, quizá, aunque en parte me había olvidado de su existencia durante todo un mes, al menos el concepto de hombre como compañero sexual, tenía una sensación extraña. ¿Compartir un hombre?¿en qué estaba pensando? Ella continuó a través de las ondas sonoras...

- Mira tesoro, no se hable más. Me parece una fantasía excitante. Yo he estado con pocos hombres pero creo que me gustará ver cómo te folla uno y a él le volverá loco vernos a nosotras.

Mi dulce Alicia habia pasado de ser una gatita mimosa y dulce a una mujer con un carácter de hierro en un lapso de tiempo que a mí me pareció físicamente imposible y quizá fue eso lo que me excitó más. Me excitaba también la idea de besarme con ella ante los ojos de un hombre, de exhibirme, de mirarle a él mientras me la comía a ella, de mirarla a ella mientras le devoraba a él... y entonces salimos... "a la caza del hombre".


ÉL...

Llegamos a un pub muy recogido pero fuera de la zona de influencia de Chueca. No buscábamos gays ni pretendíamos dar la nota aunque nada más entrar debimos llamar la atención de todo el personal. Me había prometido ser discreta hasta que yo decidiera lo contrario, no besarnos, no tocarnos a ojos de los demás y divertirnos mucho.

La barra de aquel bar era todo un escaparate y fuimos avanzando por ella como quién va a un muestrario de ropa y va pasando las perchas, los modelitos, hasta que encuentra el que le gusta y yo encontré el mío porque al parecer, a ella le daba igual quién ni como fuese.

Alicia se mostraba más bien expectante y curiosa intentando adivinar qué tipo de hombre me gustaba más. Ellos, por su parte, a ella se la comían con los ojos, con su boina calada de lado, sus cabellos negros por la barbilla y un vestidito tipo "Charlestón", hasta la rodilla y con flecos en la parte inferior y botas altas de tela negra y con tacón... lucía una imagen singular y a mis ojos, magnética y en un momento, cuando se sentó y cruzó las piernas mientras me miraba a los ojos con una sensualidad que no pude soportar, giré la cabeza para recuperar la compostura y ante mis ojos apareció ÉL.

Él me hizo volver a aterrizar y comportarme dignamente sin parecer una chiquilla. Muy en mi línea, como los hombres que habitualmente me han llamado la atención y han llegado a convertirse en mis parejas, era muy alto y muy ancho. Se diría que pasaba horas enteras en un gimnasio pero había un brillo en su mirada y su postura, totalmente abierta hacia mí, sin reservas, sin tapujos, sin parapetos... como diciendo "aquí estoy nena, llevo toda la noche esperándote" y esa franca sonrisa que me desarmó. Me atrajo desde el primer momento y le dediqué la mejor de mis sonrisas y Alicia decidió por sí misma perderse por el bar sola para dejarme charlar con él. Esa mujer tiene un sexto sentido o ahí habían saltado chispas como si dos trenes hubiesen frenado en seco justo en el instante antes de chocar... quizá en ese momento fue más de lo segundo.

Me preguntó si quería una copa y le dije que sí. "Un Mojito, por favor"... así tardarían un poquito en prepararlo. Yo me preguntaba cómo podía tener a ese hombre enfrente de mí, mirándome de esa manera, y estar tan tranquila, pero lo estaba. En parte me turbaba informarle de las verdaderas intenciones de Alicia pero la conversación fluyó libre entre nosotros y a la mitad de ésta su mano se posó sobre mi mejilla, sus dedos rodearon mi barbilla y él se inclinó a besarme.

El triángulo...

Apenas 30 minutos después, y con la mayor naturalidad del mundo, estábamos desnudos los tres en el dormitorio principal de Alicia y ella nos observaba a veces, besarnos y recorrer nuestros cuerpos, a veces me besaba ella y me recorría como sólo sabía hacer mientras él observaba al margen de la situación y yo me sentía en una especie de dulce tensión entre los dos, como si ambos pelearan por mi, como si se disputaran una presa.

Los besos de él me embriagaban pero la sensación se acrecentaba con la lengua y los dedos de ella sobre mi piel, recorriendo mis blancos muslos y antes de que nadie hubiera penetrado a nadie casi se hacía de día...

Él tiene unas manos enormes y con ellas recorría palmo a palmo mi escasa geografía, con su boca se aseguraba de no haber dejado un sólo espacio libre y mientras tanto, los labios de Alicia se fundían con los míos... no sé si ellos llegaron a besarse en algún momento pero en un momento de la noche yo tenía los ojos cerrados y estaba abandonada al placer cuando sentí algo muy fuerte y duro abrirse paso, despacio, muy despacio en mi interior, hacerme convulsionar casi y arquear mi espalda. Todo lo que tenía de grande lo tenía de tierno, no sentí el menor dolor. Sólo sus brazos cerrándose alrededor de mí, solo placer, sólo deseo que llamaba a más deseo, y las miradas cómplices de ella, y sus dedos que hábilmente habían jugado conmigo tantas veces antes. Hicimos el amor en todas las posturas imaginables y follamos como sólo dos animales podrían hacerlo, yo me sentía borracha de caricias y besos y no daba abasto a satisfacerlos y cuando por fin, los tres acabamos agotados...

...llegué a observar de soslayo a Alicia mirándonos, sonriendo. Parecía feliz y eso me llenaba de felicidad a mi porque su iniciativa estaba resultando uno de los momentos más dulces y placenteros que haya experimentado en toda mi vida.

FIN

27/10/07

En el País de las Maravillas...

Como Alicia, caí en la madriguera y a partir de ahí todo fue magia.

Alicia pasó de ser dulce a ser apasionada y con su lengua, tan pronto hubo cerrado la puerta de su apartamento tras de sí, recorrió mi boca, recorrió mis labios y con sus labios, sin apenas tocarme... recorrió mi cara. Me hizo sentir un escalofrío que me erizó el vello de todo el cuerpo.

Alicia se me antojaba bellísima y allí, en su casa, decorada con tanta exquisitez y buen gusto como sencillez, como la esencia misma de la personalidad que dejaba translucir, me abandoné a mis sentidos, a mis deseos, abandoné mis prejuicios, mis miedos y me olvidé del mundo.

Su boca era muy húmeda y con su humedad llenó la mía que, traicionada por la emoción se había desertizado. Sus ojos profundamente verdes me miraban un segundo, clavándose en los míos, y se cerraban al instante siguiente cuando sus manos pasaban, la una de mis hombros a mi cintura y la otra a recorrer y enredarse por mis cabellos largos, rizados y castaños, ligeramente cobrizos.

Estaba perdida, estaba en sus manos, definitivamente abandonada a su deseo y me dejé llevar, sin pensarlo más. Esa noche volví a ser virgen, olvidé cualquier emoción que cualquiera de los hombres que me han disfrutado y a los que he disfrutado me hubieran proporcionado jamás. Sabemos que las comparaciones son odiosas, un tópico tan manido como cualquier otro pero allí no había espacio para la comparación. Cada una de esas emociones era nueva y me provocaba un calambrazo que me sacudía el alma.

Comenzó a desnudarme, me subió la camiseta y me la quitó y sus labios que antes me besaban, que tanteaban mis labios, que paseaban por mi rostro sin rozarlo pero haciéndome sentir su calor, aquellos labios suaves y rosados, naturales y carnosos, sin apenas respirar recorrían mi suave y blanca piel. Es cierto, me tenía hechizada, con aquella pócima que quizá hubiera vertido en mi bebida me tenía a sus pies, con el brillo esmeralda de sus ojos doblegaba mi voluntad... y parecía, al tiempo, tan frágil que yo, que siempre tuve cierta predisposición a tomar las riendas de mi vida me convertí en un ser sumiso, entregado, visceral y dispuesto a acatar su voluntad durante el tiempo que pasara en aquel apartamento.

Las paredes de todo el apartamento eran blancas, apenas había cuadros y los que había eran carteles de cine en blanco y negro, o en colores neutros que rompían delicadamente la blancura que la rodeaba. Alicia era una mitómana. Adoraba a Audrey y a Marilyn y a Bogart y a tantos y tantos ídolos de los años glamourosos del cine.

No había puertas entre habitaciones y el apartamento no era muy grande pero la entrada del dormitorio era un arco perfecto en la pared. En el medio del salón un sofá de piel negro y la ausencia total de televisión pero no de un proyector y una pantalla blanca en la pared.

Todo aquello lo pude admirar al final, después de tantos besos y caricias, abrazos, después de tanto explorar nuestros sentidos, de recorrernos con los ojos los senderos que después recorreríamos con las lenguas, de vendarnos los ojos mutuamente con pañuelos de seda para recorrernos a ciegas, viendonos con las yemas de los dedos, de notar el sabor salado de nuestra piel y enredarnos en un amasijo de brazos y piernas que se retuercen...

Después de todo aquello no hubo un adiós princesa, después se sucedieron noches de abandonarnos, de abandonar el mundo y entregarnos a nuestras pasiones.

Aquella noche, su pasión desmedida me desnudó sin pausa, con ansiedad, sus dientes pellizcaban mi carne y sus uñas hacían dibujitos en la cara interna de mis muslos que temporalmente palidecían para volver a su color en unos segundos, su lengua iba jugando sin orden, imagino que con el único propósito de despistar, acercándose para, en un instante, alejarse de nuevo.

Me entregué con tal deseo que en sus manos era arcilla, me moldeaba y me giraba y jugaba a su antojo conmigo y me sentía como aquellas muñecas a las que, de niñas, nos entreteníamos poniéndo y quitando sus vestiditos....

De nada serviría relataros cualquier emoción que me procurara pero sé que ella fue dichosa también por tenerme entre sus brazos, ... entre sus piernas, entre sus pies... en todas las posturas posibles porque a aquella noche le sucedió otra y otra más y siempre un mensaje suyo en mi teléfono encendía la llama que no me permitía, a pesar de cualquier esfuerzo por mi parte, ignorarla, evitarla, no desearla...

Continuará...

20/10/07

En busca del País de las Maravillas...

Ya hace algún tiempo que no escribía pero una persona a la que conocí recientemente accedió a mi reto y me propuso un tema para un nuevo relato así que allá va...

Primera parte...

Alicia era la criatura más dulce que haya podido encontrarme jamás y al mismo tiempo tiene ese halo que atrae, que seduce a todo aquel que se encuentra, que rompe tus esquemas y te sorprende a cada momento porque nunca sabes si la próxima será la de cal...

Alicia me sedujo incluso a mí y me transportó directamente al País de las Maravillas, con aquella pócima misteriosa que, quizá dejó caer en mi bebida sin que yo me diera cuenta porque estaba como embobada mirando aquellos ojos verdes, misteriosos, traidores quizá... cristalinos como el mar en la Costa Azul.

Tenía una conversación inteligente y agradable y me gustaba estar en su compañía. Un cabello negro y lacio que brillaba como un espejo hasta posarse suavemente sobre sus hombros y pulseritas que tintineaban cada vez que movía sus manos, cosa que hacía con frecuencia.

Era una muchacha muy expresiva y simpática aunque de pronto se volvía tímida, te miraba a los ojos y acto seguido apartaba la mirada, visiblemente ruborizada.

Aquella noche la sorprendí más de una vez mirándome de soslayo, en una cena que dos compañeros de trabajo organizaron exclusivamente para solter@s y en la que no estaba permitido, bajo ningún concepto llevar pareja. Era la primera vez que acudía a un evento de este tipo con compañeros de trabajo pues, por lo general, no me gusta mezclar el trabajo con mi vida privada ni dejar traslucir esa parte íntima de mi vida a las personas con las que comparto mi hora de comida o mi café de media mañana pero ese día me había propuesto ser "buenecita", salir, tomar unas cervezas, unas risas y volver a casa... ingenua de mi...

Mi compañera en cuestión de 5 minutos ya me había integrado absolutamente en su grupo de amigos y conocidos que no era precisamente pequeño y entre ellos estaba Alicia. Me sonrió un instante después de darme un beso en la mejilla y rozarme levemente el hombro con sus dedos y me mostró una hilera perfecta de perlas que contrastaban con su piel morena. Me enamoré en ese mismo instante y el resto de la cena fue una continua pelea conmigo misma para quitarle la vista de encima de vez en cuando y atender a otras conversaciones...

Creo que mi compañera de trabajo se percató de ello y las ví cuchichear algo que ni siquiera llegué a leer en sus labios pero ellas me miraron y se sonrieron y me sonrieron a mí y mis defensas cayeron automáticamente volviendo a alzarse instantes después. Demasiado tarde... ambas venían a por mí ofreciéndome una bebida y nos apartamos un poco, charlando de temas triviales, su mano fue deslizándose por mi espalda lentamente y mi compañera se dió perfecta cuenta porque la imitó, provocándome entre ambas un escalofrío que me cortó el habla.

Después de la cena fuimos todos de copas a bares y pubs oscuros. Mi compañera, que hasta ahora nunca se hubiera percatado de que pudieran gustarme las mujeres, ni siquiera yo estaba segura de ello, había captado en mis ojos el resplandor de la excitación al ver a su amiga e hizo lo posible, con no poca mala intención, para provocar un encuentro más intenso entre Alicia y yo. En un momento pensé que incluso ella llegaría a unirse a la fiesta en algún momento.

....

Dos cervezas más tarde Alicia y yo bailábamos muy pegadas, no sé si en algún momento fuimos el centro de atención del grupo porque ella tiene un cuerpo precioso y, por lo general, a mí tampoco me importa presumir un poco del mío. Notaba que mi compañera, Helena, nos observaba con una sonrisa traviesa y el temor a lo que pudiera decir el lunes en la oficina se mezcló con el morbo de la situación, de ser la primera mujer a la que deseara besar, recorrer con mis manos, acariciar, devorar...

Unos minutos después, Helena ocupó el lugar de Alicia, a la voz de "me prestas un ratito a Ari" me tomó de la mano y empezó a bailar conmigo... uffff, aquella mujer con la que comparto varias horas cada día, con la que me río, con la que cotilleo y con la que bromeo me rodeaba con sus brazos y llegado ese momento yo ya no sabía lo que sentía exactamente. Me dijo al oído con una voz sensual que nunca le hubiera imaginado antes "¿verdad que es adorable? Mírala, no puede apartarte la vista de encima, no desaproveches la ocasión, te dará el placer que nunca antes ningún hombre te ha dado" e inmediatamente después depositó un suave beso en mi mejilla y me dijo "ve con ella, pero ve aparte, donde nadie os conozca y os podáis sentir a gusto".

En ese momento no sabía si era una marioneta en manos de las dos, si Helena de verdad deseaba provocar ese encuentro, si aunque nunca hubiera salido antes el tema se percataba de que pudieran atraerme las mujeres... pero no me importaba ser marioneta en manos de Alicia, la tomé de la mano y me la llevé fuera donde pudimos, al fin, besarnos sin preguntarnos quién pudiera vernos....

Helena nos observaba desde la puerta con una sonrisa y cuando nos vió irnos, con las cinturas entrelazadas volvió a entrar al Pub.

...

Alicia vivía sola, debiá tener unos 10 años más que yo y era preciosa y excitante, con ese encanto que pueda tener una mujer que ya ha vivido varias experiencias y sabe exactamente lo que quiere.

En el ascensor de su casa me dió el aperitivo, metió suavemente la mano entre mi cintura y la cintura de mi pantalón, no sé como pudo llegar a hacerlo, pues estaban realmente ceñidos, sin sentir la más mínima violencia en su gesto pero me provocó una de las primeras más intensas sensaciones que hubiera podido tener hasta el momento...

Continuará....

16/9/07

Jugar contigo...

No sé si leerás esto... quizá algún día te topes con este blog, quizá, sospecho, ya lo encontraste... así que este post va por tí.

Me gusta jugar contigo, me gusta verte venir hacia mí con la lujuria escrita en tus ojos, me gustan tus besos furtivos y húmedos, me gusta sentir tu nariz olfateando mi cuello porque sabes que el olor que te llegará te encanta, me gusta verte mirándome de arriba abajo y escuchar cómo invariablemente, te gusta lo que ves.

Me gusta dormir contigo como si fueras mi hermano, siempre lo has sido en sentido figurado, me gusta dormir contigo como si fueras mi amiga y más aún ahora que sabes que me gustaría tener UNA, me gusta dormir contigo abrazada y contarte lo que me preocupa, y me gusta sentarme en tus rodillas, que me hagas el hueco para que pueda acomodarme y sentir tu calor, y acoplarnos por completo, y notar tu aliento en mi nuca y tu lengua traviesa recorriendo mi cuello...

... me gusta cuando por sorpresa esperada por tantas veces haberse repetido, no aguantas más tu deseo y te pones sobre mí, y me llenas con tus besos y me eclipsas con tu cuerpo, me gusta sentir tus ojos acariciando mis labios y tus dedos enredando mi pelo.

Me gusta cuando, de pronto, te pones bruto, cuando me das la vuelta y yo, golosa, arqueo mi espalda y te ofrezco mi culo porque sé que te deleitas en verlo, en desearlo y tus dedos juegan recorriendo mi piel y mi carne y tu aliento estremece mi espalda y nos vemos reflejados en el espejo así, tú tras de mí, rodeándome con tu brazo, mostrando toda tu fuerza, besándome con toda tu ternura, invadiéndome mientras clavo las uñas en la almohada, penetrando hacia mis recónditos secretos que serán tuyos...

Me gusta cuando me miras y en tu mirada azul se condensa todo tu deseo, cuando te lanzas a mordisquear y chupar mis pezones y explorar con tu lengua en las profundidades cavernosas de mi ser, cuando me pides que te dedique mis afectos y mis mimos y te mire con cara de golosa lascivia al mismo tiempo, y no puedes reprimir tus deseos de tocarme al mismo tiempo.

Me gusta cuando te veo disfrutar al verme sentada sobre tí, porque sabes que me gusta tanto dominarte y que me domines, sabes que me gusta tanto entregarme como sierva y cabalgarte como amazona, arquearme hacia atras apretando los puños y gemir como una loca, te encanta sentir cómo me convulsiono, cómo me muevo adelante y atrás, cómo muevo mi culo para que puedas llegar hasta el fondo, cómo te invito a explorarlo también, cómo me gusta tenerte dentro a la vez que juegas con tus dedos o mis juguetes distrayendo mi atención hacia otros parajes hasta que exploto.

Sabes que me encanta hacerte el amor, y follarte y me encanta que tú me folles y me hagas el amor, que me encanta follarte como una puta y entragarme a tus brazos al final del delirio como una niña, que me encanta hacer realidad tus fantasías y las mías, contarnos nuestros secretos más profundos.

Sabes que me encanta estar junto a tí, tenerte dentro de mí...

Las uñas de esta gata...

Las uñas de esta gata arañan con furia. Si la provocas te mira intensamente. Si no reaccionas a su advertencia e insistes en conseguir algo que ella no quiere darte tiene dos opciones y siempre optará por una de ellas.

Está la retirada, en un principio lenta, sin apartarte su mirada desafiante, después, camina marcha atrás, con su elegancia característica, acompasando perfectamente sus pasos y al primer descuido de tu mirada se escabulle y desaparece en cualquier rincón oscuro.

O bien, si se siente demasiado amenazada y no ve escapatoria, puede optar por el ataque. No la mires demasiado a los ojos, no intentes juguetear con ella, ni se te ocurra acariciarle las orejas puntiagudas... acecha el momento preciso y te lanza su zarpa, te clava las uñas y mientras la punzada de dolor te distrae sale corriendo, da un salto y desaparece.

Bien, tras esta pequeña charla sobre usos y maneras gatunos me encuentro en mi habitación, solita, solita en mi casa. Se me pasó por la cabeza ver cuán parecidos somos los humanos en algunos aspectos a los animales. Algunos humanos somos realmente animales bajo nuestra piel.

Corderitos sumisos... lobos solitarios... gatos independientes... zorros astutos... perros fieles... podría seguir, la lista es larga.

Tampoco creo que seamos cada uno uno solo, a veces nos disfrazamos, adoptamos otro papel, o simplemente no nos gusta cómo somos y tratamos de ocultarnos o defendernos bajo otra piel. Los corderitos que se disfrazan de lobo feroz para intentar aparentar ser "duros", los lobos que se disfrazan de corderito para desarmar a su pieza y atacar en el momento en el que ésta baja la guardia..., los gatos que presumen de su independencia pero no pueden vivir alejados de su am@, los ratoncitos asustadizos que de pronto se convierten en zorros astutos ante nuestros impávidos ojos..., o el que presume de astucia para intentar asombrarnos y colocarnos encima del plato que ansioso desea degustar.

¿De qué tipo eres tú?

Lo cierto es que es en la noche y en la cama cuando mejor salen nuestros instintos animales aunque algunos sujetos los muestran durante todo el día. Que hable a veces en masculino y otras en femenino es independiente pues al igual que hay animales macho y hembra de todo tipo, en nuestro "reino humano" particular tenemos gatos y gatas, zorros y zorras, perros y perras, lobos y lobas... ¿y porqué será que no es lo mismo ser un zorro que una zorra? ¿porqué en femenino siempre suena peor?

A mí me gusta ser una gata a veces, asomarme a mirar discretamente, hacer alguna travesura y luego escabullirme, dejarme acariciar un rato y luego saltar de tu regazo tan pronto como cualquier otro estímulo capte mi interés.

A veces me gustaría ser una zorra, astuta para engañarte, para vengarme por los engaños sufridos en el pasado, para no dejarme pisotear, engañarte con trucos y cantos de sirena, atraerte hacia mí y devorarte... y después... dejarte.

A veces me gusta ser una perra, fiel y sumisa, esperando que me des mi premio por obedecer tus órdenes aunque en realidad, creo que me gusta más ser yo quien las dé.

Pero a fin de cuentas, aunque cada uno juguemos a ser quienes no somos, siempre está nuestro instinto más profundo, nuestra esencia dominante que nos obliga a ser cómo somos y a mí, por encima de todo, me encanta maullar en tu oído, ronronear a tu alrededor, y sacarte las uñas, que arañan de verdad, si invades mi territorio, si pretendes ir más allá del límite que yo te he marcado.

¿Quieres jugar?

25/8/07

Ella... y nosotros

Sí, es cierto, todas esas fotos, excepto los cuadros, son mías, soy yo, y mientras las toqueteo y juego con ellas, me imagino qué haría con esos pezoncitos si en lugar de míos fueran de otra mujer.

Los hombres me gustan y me gustan sus cuerpos, su mente, su sentido del humor, la persona como un todo. Pero las mujeres, para mí, son aún una fantasía.

La última vez que fui a nadar a una piscina cubierta me encontré a una chica en los vestuarios, de largos cabellos morenos y una dulce sonrisa. Había chocado varias veces en la piscina con ella y un rato más tarde, cuando me iba, la encontré completamente desnuda, mirándome, con su vello púbico ensortijado y oscuro y una mirada dulce e inocente que prometía igualmente oscuros deseos. En ese momento sentí verguenza, soy tímida a veces, tenía pareja, era feliz.

Si la situación se repitiera ahora quizá la hubiera invitado a tomar algo, quizá hubiera quedado con ella otro día en la piscina, quizá la hubiera besado apasionadamente allí mismo, recorriendo con mi dedo índice sus suaves curvas, deseando enterrarlo entre aquel montoncito de vello negro y rizado, descubrir la humedad que escondía, el deseo controlado por momentos.

Ese día me miraba y no sé si me miraba con deseo, yo diría que sí porque encendió el mío y no me atreví a ir más allá. Quizá me hubiera duchado con ella. Ese día fui sola, no me esperaban fuera. La hubiera besado explorando con mi lengua el interior de su boca, jugando con su lengua, enjabonando aquel bonito y casi infantil, sin apenas curvas, cuerpo esbelto. Aquellos pechos de duros pezoncitos de color chocolate que ahora desearía mordisquear. Y con mis manos a falta de esponja iría recorriendo su anatomía centímetro a centímetro, gozándola, deseándola, poseyéndola.

Yendo aún más allá con mi imaginación, ahora, desnuda en mi habitación, escribiendo estas líneas... quizá la hubiera invitado a casa para compartir con mi novio como una pequeña y jugosa presa. Me hubiese deleitado viéndola gozar con aquel hombre del que yo siempre disfrutaba en exclusividad, de aquel macho potente que me hacía gozar como loca. La disfrutaría y me excitaría como me excito ahora retorciendo mis duros pezones y contemplando su rostro, mezcla del dolor y el placer, al sentir cómo retorcían los suyos, como una hábil lengua recorría su cuerpo mientras yo enterraba la mía entre sus piernas, luchando salvajemente por internarme en aquella oscura selva.

Desearía haber visto a aquel hombre, mi hombre, poseyéndola, penetrándola con aquel miembro que a mí me provocaba el delirio, viéndola a ella con las piernas completamente abiertas y completamente entregada mientras me besaba a mí con pasión y viendo cómo bruscamente le daba la vuelta para follarla como una perrita mientras yo me ponía rápidamente delante de ella para que me comiera mi coñito rasurado casi por completo.

Aquella boca se me antoja, a mi imaginación, de delirio. Tanto que deseo ocupar su lugar para que me follen a mí, deseo entregar a ese hombre todo mi cuerpo y todos mis encantos. Me siento sobre él hasta que mi coñito ha devorado completamente su pene y mientras salto sobre él, la preciosa niña morena lame todo mi cuerpo, juega con su dedito haciendo circulitos alrededor de mi ano, preparándome para el delirio, para la gran cabalgada de esa noche en la que ambas disfrutaríamos.

Ella besa como los ángeles, sus labios suaves apenas me rozan y entonces su lengua avanza deprisa, sorteando obstáculos y explorando toda mi boca.

El dolor me invade pero no quiero parar, quiero sentir, disfrutar, gozar, suspirar, sudar y sentirme inundada de placer.

Caigo rendida pero nuestra dulce amiga no ha terminado aún, viene dócil pero expectante, ella quiere más, ella quiere recibir lo mismo que yo. Ella quiere gozar del delirio, quiere que la llame puta como minutos antes me llamaba a mí, quiere ser sodomizada a pesar de que su estrecho culito es virgen de verdad.

Cuando ella casi va a terminar me mira a los ojos, viene dócil junto a mí, se frota con mi pierna y se da por satisfecha tras terminar, en plena apoteosis de gemidos, besando mi boca.

Todo esto está en mi imaginación.

Me pregunto si algún día se hará realidad... o quizá sea preferible dejarlo en fantasía...

26/7/07

Mis juguetes y otras perversiones

Algunas de mis amigas no entienden que me guste jugar con vibradores, siempre me preguntan si no es mejor estar con un hombre que te dé placer -o con una mujer-.

¿Pero qué pasa si no hay un hombre capaz de darme placer disponible? ¿Y si ese hombre tiene una conversación aburrida?¿Quedamos sólo para follar? Eso no me excita. A mí me excita un hombre que sepa ganarse un buen polvo con una cena agradable, una buena conversación, unas cañas o unos vinos... y poco a poco sea capaz de nublar mi vista, mis sentidos, y desearle, desear tenerle, desear sentir sus manos recorriendo mi cuerpo y su boca saboreando cada centímetro de mi piel, y desearle cabalgándome, follándome y haciéndome gemir como una perra, incluso desearle follándome en las posturas más indecorosas.

¿Y si encuentro a ese hombre y no le importa jugar conmigo y mis juguetes?¿o si ese hombre es una mujer en realidad?

Los juguetes dan placer, y los manejas tú solita, o existe la posibilidad de que tu compañer@ de juegos quiera intervenir añadiendo una emoción nueva al simple hecho de cabalgar sobre un trozo de carne.

De un tiempo a esta parte, sueño con mujeres, aunque siguen gustándome los hombres y me vuelven loca, incluso, siento que me apetece encontrar una amiga especial, a la que me apetezca besar, tocar, con la que me apetezca estar a solas o compartir un hombre... o un juguete.

Me considero una mujer sexy y atractiva, una mujer dulce, una mujer con un fuerte instinto sexual y grandes deseos de probar emociones nuevas, con las ideas claras, sé donde está mi límite y hoy en día es imprescindible ser muy cuidadoso para no acabar enferma, embarazada o en las páginas de sucesos del periódico local.

A veces me imagino besando a otra mujer en los servicios de un bar, metiendo mis dedos entre sus piernas y notando esa humedad que hasta ahora sólo había sentido en mí, deseando penetrarla con mis dedos y que ella me penetre con los suyos, con su lengua, con un juguete, gimiendo ambas como perras en celo con nuestras piernas entrelazadas y sobando cada una los pechos de la otra, con lujuria, con lascivia, ebrias de deseo.

A veces sueño incluso, compartiendo a un hombre, deseando ambas ser folladas, cabalgadas... deseando sentir cómo ella introduce sus dedos húmedos de saliva en cada recoveco de mi cuerpo, sintiendo mi piel, mi deseo, mi humedad, entrelazados los tres en una absoluta armonía de manos, piernas, pies, lenguas y sudores...

Mi imaginación se desborda por completo, siento cómo ella me muerde los pezones haciéndome chillar del dolor que se mezcla con el placer que él me está dando para acabar en un poderoso orgasmo, imagino la boca de ella preparada, su lengua presta a rozar mi clítoris en ese momento justo en el que ya no puede más...

Desearía tenerte ahora entre mis piernas, mi lengua jugueteando con la de él, con la de ella... pero como no estás me consuelo con mis juguetes y el placer que me dan, unido a mi imaginación, son indescriptibles...

Espero que hayas disfrutado...

22/7/07

La noche

La noche es el mejor momento para las pasiones desatadas, oscuras, las intrigas, para alimentar los celos, para calmar la sed del cuerpo, en cualquier esquina, en un parque, en un coche aparcado en una calle oscura, alejada de la ciudad, entre el vaho que convierte los cristales en parapetos herméticos.

La noche nos vuelve salvajes, vuelve nuestros instintos cuchillos de doble filo, hace brillar nuestros colmillos y el blanco de nuestros ojos, los bichos que reptan por las alcantarillas salen a la superficie y todo el cansancio del mundo no es suficiente para calmar nuestros impulsos.

Mis piernas no pueden mantenerse cerradas, algo entre ellas arde, se revuelve, y necesito abrirlas, aún si voy con falda, me paro a pensar, imaginar, como en un anuncio de Martini, un hombre trajeado de arriba abajo, imponente, desliza un hielo sobre mi cuello y ya no puedo frenarme más, mis piernas no pueden, incapaces, se abren, te deseo, deseo tu calor, tu fuego, tu ansia, deseo bajar mis bragas y entregarme a tí, deseo besarte, comerte entero, devorarte, abalanzarme sobre tí, deseo que me desnudes, deseo que te agarres con tus labios a mis pezones sonrosados y los chupes como un bebé, como si de ello dependiera tu súpervivencia, mientras tus dedos se abren camino entre mis entrañas, en su humedad inmediata que desprende el olor mágico que inunda tus sentidos.

Desearía, incluso, a veces, tal es mi ansia, mi angustia por calmar mis impulsos, que un tercero, o tercera... viniera a acompañarnos, que te ayudara a abrirte camino, que besara mis labios, que penetrara mi alma, que deseara mis besos y enredara mis cabellos castaños entre sus dedos, que separara mis piernas, que me llevara de la mano, con delicadeza, con firmeza hasta tu postura favorita para así desgarrarme, una y otra vez, lamiendo al tiempo, chupando, mordiendo, mi boca, mis pechos, mi vientre, mis piernas...

Soy toda vuestra, tomadme, estoy a cuatro patas sobre el suelo, te siento tras de mí como te sentía tras de mí en aquel bar, como sentía aquella masa palpitarte entre mis nalgas a través de la fina tela de la falda, como sentía tus manos atenazando mi pecho una vez te diste cuenta que no protestaría por aquel empujón que me diste con tu entrepierna....

Ahora me tienes a cuatro patas como una perra, sujetando mi pelo firmemente con tu mano, me tienes como una yegua, caliente y sujeta firmemente por la crin, con tu miembro erecto, grueso, largo, delicioso, ese miembro que ya saboreé con placer, listo para perforarme el alma.... me arde, entra de un golpe sin haberte parado en preliminares, sabes lo que quieres y no te has parado a pensar en preparar el territorio, lo marcas directamente, me follas como un animal, me pellizcas los pezones desde atrás y tu amiga, recién llegada, me besa dulcemente en los labios, me aparta suavemente el pelo de la cara y me acaricia el clítoris mientras tú sigues ahí, entre los dos me habéis convertido en vuestro juguete, vuestra muñeca...

Yo hubiera deseado que ella fuera él, tal era mi deseo de ser tu perra, de ser tu puta, de satisfacer tus deseos, y mi sueño se cumple, ella saca un juguete del bolso y tú sin más palabras que una mirada cómplice cambias de bando... metes tu lengua en mi ano y empiezas a lamer, sin descanso.... sé lo que viene ahora, ya he pasado por ello varias veces, sé que va a doler, tu miembro oscuro es demasiado grande para mi puerta de atrás y tú no tienes delicadeza... tu amiga me besa y me retuerce los pezones, me da fuertes azotes en el culo preparándome para el sufrimiento que he de recibir, toma su juguete sujeto a un cinturón y se lo pone y sin pensárselo dos veces se tumba en el suelo, esperando que yo vaya hacia ella, sabe que lo haré, sabe que en el fondo, me gusta obedecer, y lo hago, me siento sobre ella al tiempo que siento tu aliento en mi nuca y sé que no tardaré en rendirme al placer.

El dolor es tremendo y el ardor no cesa mientras entran y salen de mí. Me siento sexy y puta, utilizada y caliente, morbosa y sumisa... me siento repleta de amor, de pasión y lujuria, siento un tremendo azote en mi nalga y luego otro y otro más y empiezo a saltar, a sentir cómo entran y salen y llegan hasta mayores profundidades, y me rompen, y me duele, y grito.... quiero que no parés, ambos a la vez, deseo que me follen toda la noche y sentir el dolor, recordar esta experiencia cada vez que me siente en el trabajo la próxima semana, cada vez que me tumbe en la cama...

Sin embargo, cuando llega el momento en que siento el dolor como una forma de placer, una sensación transformada como se transforma la materia por efecto del calor hasta que por fin me da todo, y me derrumbo finalmente, como ya sabía que ocurriría y sé que no quedan fuerzas pero quiero repetir, quiero más, no quiero que se vaya aún, por favor, vuelve... no me dejes así, dame más, déjame satisfecha para lo que podría ser una eternidad, ambos sabemos que dos días después volveré a desearte.

Me voy a mi casa agotada, deshecha, despeinada y sé que muchas personas se fijarán en mí, no por mi aspecto sino por el olor a deseo, a pasión, a feromonas y almizcle que desprendo pero sólo vosotros y yo habremos sido testigos de ello, a los demás sólo les queda su imaginación.

21/7/07

Tus dedos sobre mi espalda

Desde que me enviaste ese mensaje, a media mañana, no he podido volver a concentrarme, un escalofrío recorrió mi espalda y fue a posarse entre mis piernas, provocando una tremenda descarga eléctrica...

Te deseo y tus palabras, tus provocaciones, hacen que pierda la compostura, que me entregue al 100% sin importarme lo que podría llegar a perder.

Desde la primera vez que subí a tu apartamento, después de las cañas, de las risas, de algún beso tímido, desde aquella vez en que el beso tímido se convirtió al cerrar la puerta en un desenfreno de lujuria, de lascivia, de sexo y descaro, desde entonces, cada vez que acudo a tu casa siento esa humedad entre mis piernas antes, incluso, de llamar al timbre.

Recuerdo aquella vez en que bajaste a abrirme la puerta y te empeñaste en hacerlo en las mismas escaleras del portal, querias asaltarme allí mismo, si ese día hubiera llevado falda me habrías bajado las bragas en medio del portal y me habrías tirado contra las escaleras para abalanzarte encima de mí.

Tu pasión para conmigo nunca conoció límites, ese mismo día llegamos por fin a tu apartamento, cerraste la puerta y me desnudaste sin perder un segundo, poniéndome contra la mesa empezaste a manosearme y yo sabía lo que iba después, y lo que iba después me volvía loca, y acabábamos tirados en medio del colchon que tirabas en el salón para ver la tele, follando como animales.

Este mensaje que recibí hoy, sólo con decirme que me harías de todo... desata mis impulsos de llamarte, de pedirte que cojas tu coche y me lleves furtivamente, como dos adolescentes, a una carretera apartada para tomarme allí mismo, para desnudarme y recorrer mi cuerpo con tu lengua, explorar mi boca, bucear en mis entrañas, manosear mis tetas y morder mis pezones hasta hacer que me duelan, meter tus dedos para sentir la humedad, recorrer todos mis escondrijos, asaltarlos todos.

No sé qué me dabas, el morbo de los mensajes que me enviabas en los que olía tu deseo hacia mí, en los que sentía que, de entre todas las mujeres con las que pudieras estar, me habías elegido a mí, y yo te había elegido a tí, y nuestros cuerpos, atraídos por las feromonas salvajes del otro, se habían elegido mutuamente sin tener en cuenta nada más.

Recuerdo bien cómo me hacías poner de rodillas y posteriormente a gatas, para recorrerme así, para penetrar incluso los poros de mi piel, recuerdo como metías tus dedos en mi boca para que yo los chupara, humedeciéndolos con cuidado a sabiendas del destino que les esperaba.

Hoy desearía perderme contigo en el desierto, en cualquier lugar solitario, desearía llevar únicamente un vestido blanco, muy fino, sin ropa interior y quitármelo ante tí, y entragarme, como lo hacía antes, entregarme a tus caprichos, a tu pasión, a tu gula, hoy siento el calor de este fuego y sólo tú lo puedes sofocar.
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