7/12/07

A través del espejo...

Ella...

Tras un largo e intenso mes en el que Alicia me tenía casi exclavizada para su placer y yo me dejaba exclavizar sin poner objección alguna, un día, sus habituales mensajes en mi teléfono móvil se transformaron en una llamada.

Me sorprendió y casi incluso me alarmó pero al contestar, su dulce voz que no era aguda y femenina sino más bien grave me preguntó con el tono interrogativo de quién ya ha decidido lo que quiere hacer:

- Querida, ¿no te gustaría salir juntas a tomar una copa? Llevamos todo el mes retozando en casa y empiezan a salirnos manchas de moho.

Mi sorpresa fue mayúscula y me quedé sin habla. Me dió terror imaginarme la escena, imaginarnos besándonos en un bar de copas atestado de gente, un jueves por la noche. Encontrarme algún conocido o conocida, parece que salen de debajo de las piedras cuando quieres pasar desapercibid@.

- Te ocurre algo, tesoro?
- Ufff, no sé Alicia, no me esperaba esto, no sé cómo reaccionar. No te ofendas pero... ¿dónde iríamos? No me apetece que me vea nadie conocido besando a otra mujer. No me siento preparada para ello.

- Tranquila, a mí tampoco me conviene pero hay un pub de unos amigos, una fiesta semiprivada, muchos hombres... ¿no te gustaría compartir un hombre? ¿no los echas de menos?

Por mi mente pasó de todo, sí, los echaba de menos, quizá, aunque en parte me había olvidado de su existencia durante todo un mes, al menos el concepto de hombre como compañero sexual, tenía una sensación extraña. ¿Compartir un hombre?¿en qué estaba pensando? Ella continuó a través de las ondas sonoras...

- Mira tesoro, no se hable más. Me parece una fantasía excitante. Yo he estado con pocos hombres pero creo que me gustará ver cómo te folla uno y a él le volverá loco vernos a nosotras.

Mi dulce Alicia habia pasado de ser una gatita mimosa y dulce a una mujer con un carácter de hierro en un lapso de tiempo que a mí me pareció físicamente imposible y quizá fue eso lo que me excitó más. Me excitaba también la idea de besarme con ella ante los ojos de un hombre, de exhibirme, de mirarle a él mientras me la comía a ella, de mirarla a ella mientras le devoraba a él... y entonces salimos... "a la caza del hombre".


ÉL...

Llegamos a un pub muy recogido pero fuera de la zona de influencia de Chueca. No buscábamos gays ni pretendíamos dar la nota aunque nada más entrar debimos llamar la atención de todo el personal. Me había prometido ser discreta hasta que yo decidiera lo contrario, no besarnos, no tocarnos a ojos de los demás y divertirnos mucho.

La barra de aquel bar era todo un escaparate y fuimos avanzando por ella como quién va a un muestrario de ropa y va pasando las perchas, los modelitos, hasta que encuentra el que le gusta y yo encontré el mío porque al parecer, a ella le daba igual quién ni como fuese.

Alicia se mostraba más bien expectante y curiosa intentando adivinar qué tipo de hombre me gustaba más. Ellos, por su parte, a ella se la comían con los ojos, con su boina calada de lado, sus cabellos negros por la barbilla y un vestidito tipo "Charlestón", hasta la rodilla y con flecos en la parte inferior y botas altas de tela negra y con tacón... lucía una imagen singular y a mis ojos, magnética y en un momento, cuando se sentó y cruzó las piernas mientras me miraba a los ojos con una sensualidad que no pude soportar, giré la cabeza para recuperar la compostura y ante mis ojos apareció ÉL.

Él me hizo volver a aterrizar y comportarme dignamente sin parecer una chiquilla. Muy en mi línea, como los hombres que habitualmente me han llamado la atención y han llegado a convertirse en mis parejas, era muy alto y muy ancho. Se diría que pasaba horas enteras en un gimnasio pero había un brillo en su mirada y su postura, totalmente abierta hacia mí, sin reservas, sin tapujos, sin parapetos... como diciendo "aquí estoy nena, llevo toda la noche esperándote" y esa franca sonrisa que me desarmó. Me atrajo desde el primer momento y le dediqué la mejor de mis sonrisas y Alicia decidió por sí misma perderse por el bar sola para dejarme charlar con él. Esa mujer tiene un sexto sentido o ahí habían saltado chispas como si dos trenes hubiesen frenado en seco justo en el instante antes de chocar... quizá en ese momento fue más de lo segundo.

Me preguntó si quería una copa y le dije que sí. "Un Mojito, por favor"... así tardarían un poquito en prepararlo. Yo me preguntaba cómo podía tener a ese hombre enfrente de mí, mirándome de esa manera, y estar tan tranquila, pero lo estaba. En parte me turbaba informarle de las verdaderas intenciones de Alicia pero la conversación fluyó libre entre nosotros y a la mitad de ésta su mano se posó sobre mi mejilla, sus dedos rodearon mi barbilla y él se inclinó a besarme.

El triángulo...

Apenas 30 minutos después, y con la mayor naturalidad del mundo, estábamos desnudos los tres en el dormitorio principal de Alicia y ella nos observaba a veces, besarnos y recorrer nuestros cuerpos, a veces me besaba ella y me recorría como sólo sabía hacer mientras él observaba al margen de la situación y yo me sentía en una especie de dulce tensión entre los dos, como si ambos pelearan por mi, como si se disputaran una presa.

Los besos de él me embriagaban pero la sensación se acrecentaba con la lengua y los dedos de ella sobre mi piel, recorriendo mis blancos muslos y antes de que nadie hubiera penetrado a nadie casi se hacía de día...

Él tiene unas manos enormes y con ellas recorría palmo a palmo mi escasa geografía, con su boca se aseguraba de no haber dejado un sólo espacio libre y mientras tanto, los labios de Alicia se fundían con los míos... no sé si ellos llegaron a besarse en algún momento pero en un momento de la noche yo tenía los ojos cerrados y estaba abandonada al placer cuando sentí algo muy fuerte y duro abrirse paso, despacio, muy despacio en mi interior, hacerme convulsionar casi y arquear mi espalda. Todo lo que tenía de grande lo tenía de tierno, no sentí el menor dolor. Sólo sus brazos cerrándose alrededor de mí, solo placer, sólo deseo que llamaba a más deseo, y las miradas cómplices de ella, y sus dedos que hábilmente habían jugado conmigo tantas veces antes. Hicimos el amor en todas las posturas imaginables y follamos como sólo dos animales podrían hacerlo, yo me sentía borracha de caricias y besos y no daba abasto a satisfacerlos y cuando por fin, los tres acabamos agotados...

...llegué a observar de soslayo a Alicia mirándonos, sonriendo. Parecía feliz y eso me llenaba de felicidad a mi porque su iniciativa estaba resultando uno de los momentos más dulces y placenteros que haya experimentado en toda mi vida.

FIN
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