26/7/07

Mis juguetes y otras perversiones

Algunas de mis amigas no entienden que me guste jugar con vibradores, siempre me preguntan si no es mejor estar con un hombre que te dé placer -o con una mujer-.

¿Pero qué pasa si no hay un hombre capaz de darme placer disponible? ¿Y si ese hombre tiene una conversación aburrida?¿Quedamos sólo para follar? Eso no me excita. A mí me excita un hombre que sepa ganarse un buen polvo con una cena agradable, una buena conversación, unas cañas o unos vinos... y poco a poco sea capaz de nublar mi vista, mis sentidos, y desearle, desear tenerle, desear sentir sus manos recorriendo mi cuerpo y su boca saboreando cada centímetro de mi piel, y desearle cabalgándome, follándome y haciéndome gemir como una perra, incluso desearle follándome en las posturas más indecorosas.

¿Y si encuentro a ese hombre y no le importa jugar conmigo y mis juguetes?¿o si ese hombre es una mujer en realidad?

Los juguetes dan placer, y los manejas tú solita, o existe la posibilidad de que tu compañer@ de juegos quiera intervenir añadiendo una emoción nueva al simple hecho de cabalgar sobre un trozo de carne.

De un tiempo a esta parte, sueño con mujeres, aunque siguen gustándome los hombres y me vuelven loca, incluso, siento que me apetece encontrar una amiga especial, a la que me apetezca besar, tocar, con la que me apetezca estar a solas o compartir un hombre... o un juguete.

Me considero una mujer sexy y atractiva, una mujer dulce, una mujer con un fuerte instinto sexual y grandes deseos de probar emociones nuevas, con las ideas claras, sé donde está mi límite y hoy en día es imprescindible ser muy cuidadoso para no acabar enferma, embarazada o en las páginas de sucesos del periódico local.

A veces me imagino besando a otra mujer en los servicios de un bar, metiendo mis dedos entre sus piernas y notando esa humedad que hasta ahora sólo había sentido en mí, deseando penetrarla con mis dedos y que ella me penetre con los suyos, con su lengua, con un juguete, gimiendo ambas como perras en celo con nuestras piernas entrelazadas y sobando cada una los pechos de la otra, con lujuria, con lascivia, ebrias de deseo.

A veces sueño incluso, compartiendo a un hombre, deseando ambas ser folladas, cabalgadas... deseando sentir cómo ella introduce sus dedos húmedos de saliva en cada recoveco de mi cuerpo, sintiendo mi piel, mi deseo, mi humedad, entrelazados los tres en una absoluta armonía de manos, piernas, pies, lenguas y sudores...

Mi imaginación se desborda por completo, siento cómo ella me muerde los pezones haciéndome chillar del dolor que se mezcla con el placer que él me está dando para acabar en un poderoso orgasmo, imagino la boca de ella preparada, su lengua presta a rozar mi clítoris en ese momento justo en el que ya no puede más...

Desearía tenerte ahora entre mis piernas, mi lengua jugueteando con la de él, con la de ella... pero como no estás me consuelo con mis juguetes y el placer que me dan, unido a mi imaginación, son indescriptibles...

Espero que hayas disfrutado...

22/7/07

La noche

La noche es el mejor momento para las pasiones desatadas, oscuras, las intrigas, para alimentar los celos, para calmar la sed del cuerpo, en cualquier esquina, en un parque, en un coche aparcado en una calle oscura, alejada de la ciudad, entre el vaho que convierte los cristales en parapetos herméticos.

La noche nos vuelve salvajes, vuelve nuestros instintos cuchillos de doble filo, hace brillar nuestros colmillos y el blanco de nuestros ojos, los bichos que reptan por las alcantarillas salen a la superficie y todo el cansancio del mundo no es suficiente para calmar nuestros impulsos.

Mis piernas no pueden mantenerse cerradas, algo entre ellas arde, se revuelve, y necesito abrirlas, aún si voy con falda, me paro a pensar, imaginar, como en un anuncio de Martini, un hombre trajeado de arriba abajo, imponente, desliza un hielo sobre mi cuello y ya no puedo frenarme más, mis piernas no pueden, incapaces, se abren, te deseo, deseo tu calor, tu fuego, tu ansia, deseo bajar mis bragas y entregarme a tí, deseo besarte, comerte entero, devorarte, abalanzarme sobre tí, deseo que me desnudes, deseo que te agarres con tus labios a mis pezones sonrosados y los chupes como un bebé, como si de ello dependiera tu súpervivencia, mientras tus dedos se abren camino entre mis entrañas, en su humedad inmediata que desprende el olor mágico que inunda tus sentidos.

Desearía, incluso, a veces, tal es mi ansia, mi angustia por calmar mis impulsos, que un tercero, o tercera... viniera a acompañarnos, que te ayudara a abrirte camino, que besara mis labios, que penetrara mi alma, que deseara mis besos y enredara mis cabellos castaños entre sus dedos, que separara mis piernas, que me llevara de la mano, con delicadeza, con firmeza hasta tu postura favorita para así desgarrarme, una y otra vez, lamiendo al tiempo, chupando, mordiendo, mi boca, mis pechos, mi vientre, mis piernas...

Soy toda vuestra, tomadme, estoy a cuatro patas sobre el suelo, te siento tras de mí como te sentía tras de mí en aquel bar, como sentía aquella masa palpitarte entre mis nalgas a través de la fina tela de la falda, como sentía tus manos atenazando mi pecho una vez te diste cuenta que no protestaría por aquel empujón que me diste con tu entrepierna....

Ahora me tienes a cuatro patas como una perra, sujetando mi pelo firmemente con tu mano, me tienes como una yegua, caliente y sujeta firmemente por la crin, con tu miembro erecto, grueso, largo, delicioso, ese miembro que ya saboreé con placer, listo para perforarme el alma.... me arde, entra de un golpe sin haberte parado en preliminares, sabes lo que quieres y no te has parado a pensar en preparar el territorio, lo marcas directamente, me follas como un animal, me pellizcas los pezones desde atrás y tu amiga, recién llegada, me besa dulcemente en los labios, me aparta suavemente el pelo de la cara y me acaricia el clítoris mientras tú sigues ahí, entre los dos me habéis convertido en vuestro juguete, vuestra muñeca...

Yo hubiera deseado que ella fuera él, tal era mi deseo de ser tu perra, de ser tu puta, de satisfacer tus deseos, y mi sueño se cumple, ella saca un juguete del bolso y tú sin más palabras que una mirada cómplice cambias de bando... metes tu lengua en mi ano y empiezas a lamer, sin descanso.... sé lo que viene ahora, ya he pasado por ello varias veces, sé que va a doler, tu miembro oscuro es demasiado grande para mi puerta de atrás y tú no tienes delicadeza... tu amiga me besa y me retuerce los pezones, me da fuertes azotes en el culo preparándome para el sufrimiento que he de recibir, toma su juguete sujeto a un cinturón y se lo pone y sin pensárselo dos veces se tumba en el suelo, esperando que yo vaya hacia ella, sabe que lo haré, sabe que en el fondo, me gusta obedecer, y lo hago, me siento sobre ella al tiempo que siento tu aliento en mi nuca y sé que no tardaré en rendirme al placer.

El dolor es tremendo y el ardor no cesa mientras entran y salen de mí. Me siento sexy y puta, utilizada y caliente, morbosa y sumisa... me siento repleta de amor, de pasión y lujuria, siento un tremendo azote en mi nalga y luego otro y otro más y empiezo a saltar, a sentir cómo entran y salen y llegan hasta mayores profundidades, y me rompen, y me duele, y grito.... quiero que no parés, ambos a la vez, deseo que me follen toda la noche y sentir el dolor, recordar esta experiencia cada vez que me siente en el trabajo la próxima semana, cada vez que me tumbe en la cama...

Sin embargo, cuando llega el momento en que siento el dolor como una forma de placer, una sensación transformada como se transforma la materia por efecto del calor hasta que por fin me da todo, y me derrumbo finalmente, como ya sabía que ocurriría y sé que no quedan fuerzas pero quiero repetir, quiero más, no quiero que se vaya aún, por favor, vuelve... no me dejes así, dame más, déjame satisfecha para lo que podría ser una eternidad, ambos sabemos que dos días después volveré a desearte.

Me voy a mi casa agotada, deshecha, despeinada y sé que muchas personas se fijarán en mí, no por mi aspecto sino por el olor a deseo, a pasión, a feromonas y almizcle que desprendo pero sólo vosotros y yo habremos sido testigos de ello, a los demás sólo les queda su imaginación.

21/7/07

Tus dedos sobre mi espalda

Desde que me enviaste ese mensaje, a media mañana, no he podido volver a concentrarme, un escalofrío recorrió mi espalda y fue a posarse entre mis piernas, provocando una tremenda descarga eléctrica...

Te deseo y tus palabras, tus provocaciones, hacen que pierda la compostura, que me entregue al 100% sin importarme lo que podría llegar a perder.

Desde la primera vez que subí a tu apartamento, después de las cañas, de las risas, de algún beso tímido, desde aquella vez en que el beso tímido se convirtió al cerrar la puerta en un desenfreno de lujuria, de lascivia, de sexo y descaro, desde entonces, cada vez que acudo a tu casa siento esa humedad entre mis piernas antes, incluso, de llamar al timbre.

Recuerdo aquella vez en que bajaste a abrirme la puerta y te empeñaste en hacerlo en las mismas escaleras del portal, querias asaltarme allí mismo, si ese día hubiera llevado falda me habrías bajado las bragas en medio del portal y me habrías tirado contra las escaleras para abalanzarte encima de mí.

Tu pasión para conmigo nunca conoció límites, ese mismo día llegamos por fin a tu apartamento, cerraste la puerta y me desnudaste sin perder un segundo, poniéndome contra la mesa empezaste a manosearme y yo sabía lo que iba después, y lo que iba después me volvía loca, y acabábamos tirados en medio del colchon que tirabas en el salón para ver la tele, follando como animales.

Este mensaje que recibí hoy, sólo con decirme que me harías de todo... desata mis impulsos de llamarte, de pedirte que cojas tu coche y me lleves furtivamente, como dos adolescentes, a una carretera apartada para tomarme allí mismo, para desnudarme y recorrer mi cuerpo con tu lengua, explorar mi boca, bucear en mis entrañas, manosear mis tetas y morder mis pezones hasta hacer que me duelan, meter tus dedos para sentir la humedad, recorrer todos mis escondrijos, asaltarlos todos.

No sé qué me dabas, el morbo de los mensajes que me enviabas en los que olía tu deseo hacia mí, en los que sentía que, de entre todas las mujeres con las que pudieras estar, me habías elegido a mí, y yo te había elegido a tí, y nuestros cuerpos, atraídos por las feromonas salvajes del otro, se habían elegido mutuamente sin tener en cuenta nada más.

Recuerdo bien cómo me hacías poner de rodillas y posteriormente a gatas, para recorrerme así, para penetrar incluso los poros de mi piel, recuerdo como metías tus dedos en mi boca para que yo los chupara, humedeciéndolos con cuidado a sabiendas del destino que les esperaba.

Hoy desearía perderme contigo en el desierto, en cualquier lugar solitario, desearía llevar únicamente un vestido blanco, muy fino, sin ropa interior y quitármelo ante tí, y entragarme, como lo hacía antes, entregarme a tus caprichos, a tu pasión, a tu gula, hoy siento el calor de este fuego y sólo tú lo puedes sofocar.
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