5/7/09

Tu esclava...

Soy tu esclava... te deseo por encima de todas las cosas.

Cada mañana te entregaría mi cuerpo, me dejaría atar las manos a la espalda y amordazar, tras haberme desnudado para tí, de rodillas en el suelo ante tus pies, totalmente depilada, mi cara apoyada en el suelo al igual que mis manos, tu hermana, fusta en mano, mirándome y mis nalgas en alto a una orden tuya...., ... tú decides, yo obedezco tus reglas, ... , estoy en el coche en un camino por el que de cuando en cuando pasa alguien, yo desnuda en la cuneta hasta que llega otro coche del que baja una mujer, no va sola, del coche bajan 2 hombres y otra mujer más.

La mujer viene hacia mí, me hace apoyar las manos en el capó del coche, desnuda como yo estaba, tú detrás, metiendo tus dedos en mi coño que notas ya empapado y mientras ella intenta tomar mi culito con sus dedos.

Has perdido una timba de poker y otra más en la que te habías jugado a tu exclavita y la has perdido así que tienes que entregarme, y lo peor de todo, puedes quedarte a mirar, si lo deseas, lo que hacen conmigo...

Pensé que no podrías, pensé que no soportarías la idea de ver como otros hombres me usan y poseen a su antojo y sin embargo tú permaneces ahí impasible, acariciándote. Las mujeres me han atado boca abajo a una banqueta, estoy medio de rodillas... todos se masturban relamiéndose.... te lanzas frenético, no puedes soportar cómo otros se follan a tu putita....

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Eres tú? Leo tu diario y no te reconozco. Pero esa "d", esa "d". Nadie puede pronunciarla como tú, Ariadna, Ariadna, Aria-D-na. En Folégandros, donde te reencontré por primera vez, al despedirme de ti, cuando me dijiste que ya nunca podría ser lo mismo, no intuí tu cambio, pero ahora lo leo. ¿Eres tú, Ariadna, eres tú? Te leo y sé que eres tú, pero es como si viese tu imagen en un espejo, donde la derecha mutó en izquierda y no te reconozco. Tú lo dices, el vértigo, el vértigo de la búsqueda constante. Ese es el que me consume. Ariadna, ¿todavía estás ahí?, te leo y me pierdo en tu búsqueda. Recuerdo nuestra última noche en la isla, bajo el manto de los siglos, pidiéndome que te marcase para recordarme pero que me fuera. Depilando tu pubis, marcándote a fuego esa frase, de afuera a dentro, para que luego quedase medio escondida: “Nada deseas tanto como…”, esa sería la parte visible, “…aquello que has perdido”, y ésta la que el tiempo volvería a tapar hasta que un afortunado volviese a tener el derecho de leerla. Pero quizá debiera preguntarme si soy yo el que te pedí que también me rasurases y que me tatuaras en el mismo lugar y que eligieras una frase de Montaigne, como la tuya, para llevarte para siempre, aunque te perdiera esa misma noche. ¿Lo recuerdas? ¿Eres tú la Ariadna que escribió en mi ingle: “No hay nada cierto mas que la incertidumbre”? ¿Eres tú la que lamió mi herida y chupó mi sangre? ¿Eres tú?

Geratres

Inma D. dijo...

Puede que sea yo... puede que no pero cierto es que nada hay más cierto que la incertidumbre y también que nada hay que pueda llegar a trastornar más...

Esta torre ha caído pero en el solar de la torre que cae y siempre con las mismas piedras se puede volver a construir, reforzar y asegurar cual fuerte o faro que ilumine la costa y al mismo tiempo permita ver desde posición estratégica a quién se acerque y decidir abrir o no las puertas.

Gracias por tu mensaje, ha sido bonito y agradable.

Ariadna enredando dijo...

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Ariadna enredando dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

no sigue?

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