14/7/09

Luz entre las sombras

Una parte de mí desea tenerte por última vez. Recorrer cada centímetro de tu piel, arañar tu espalda, abrazar tu cintura con mis piernas... y desea tenerte YA, ahora mismo, porque algo quema dentro de mí aunque sé que lo más cuerdo y sensato sería huír, negar tu existencia, negar la existencia de todo lo vivido hasta que la terapia y mi corazón consigan verte desde un nuevo prisma.

La otra parte se retuerce de rabia, de frustración, de dolor y lucha por recuperar el lugar que le corresponde en este mundo, por recuperar el orgullo y la dignidad perdidas en aquellas horas, en todas aquellas horas en que he llorado, en aquellas horas en que te he extrañado, en que te he esperado, en que he autoalimentado mi propia autodestrucción y autodestruído mi ilusión.

¿Cómo es posible que a estas alturas de mi vida siga en estas?¿Cómo es posible que aún no haya espabilado y defendido a capa y espada lo que soy, quien soy, cómo soy?

La señorita independiente pierde los papeles anhelando un abrazo que nunca llega, un abrazo que se demora manipulador, un calor que ya no existe sino en mi imaginación, un amigo que no lo es sino en las palabras que se lleva el viento con el primer soplo.

La señorita independiente sufre y espera cual marioneta guiada por tus manos. Me arrastraste, entraste en mi vida a empujones, me fagocitaste y después me escupiste y yo me quedé a tu merced y ahora es el momento de aprender la lección, el momento de levantar la cabeza, el momento de decirte que ya no hay lugar para tí en mi vida, que espero que te vayas lejos, que no vuelva a verte más... al menos hasta que pueda volver a mirarte a la cara sin sentir rabia, ni verguenza, ni dolor, ni nostalgia ni angustia ni me importe nunca más si estás o no estás ahí, si eres o no eres mi amigo, si me has querido nunca jamás o no...

La señorita independiente ha decidido no llorar más, aunque mire por la ventana y te vea alejarte en sus ensoñaciones, aunque coja el ascensor y al llegar al portal te recuerde demorándote en una despedida, aunque vaya a trabajar y en el cigarrito de media mañana mire al hotel de enfrente y vea tu coche entrando en el parking o tu abrazo cálido en las escaleras...

Me tendiste una red tupida, espesa, como una espuma que va penetrando por cada rincón de mi alma, de mi vida, de los sitios que suelo frecuentar, de las cosas que me gusta hacer, de las mil conversaciones que tuvimos, de los momentos entre tus brazos, de las horas buscando un piso, firmando el contrato, los dueños se van y nos dejan y en nuestro rostro una ilusión, alegría, entusiasmo que ha muerto y ahora recordaré como un sueño del que he despertado de golpe y que quiero olvidar. Un sueño dulce y bonito que ahora me causa dolor.

No señor, se terminó, yo soy yo y a mí nadie vuelve a herirme así jamás, a mí nadie vuelve a manipularme salvo que yo se lo permita, a mi nadie vuelve a romperme el corazón.

He perdido, es la sensación que tengo ahora mismo... pero más has perdido tú.

Empiezo a ver la luz entre las sombras.

1 comentario:

Iris dijo...

por tus letras se diría que vuelves de un viaje larguísimo... me alegra leerte de nuevo
besos

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